CS: Ese sentimiento corresponde a mis lecturas de la pubertad. La primera adolescencia. Hubiera querido que nunca se terminaran los tres libros de Italo Calvino que aparecen bajo el título “
Nuestros antepasados”: “
El vizconde demediado”, “
El barón rampante” y “
El caballero inexistente”. Todas delicias. Otro, “
Orlando”, de Virginia Wolf. Y de todavía más chica, algunos de Julio Verne, “
Un capitán de quince años”, por ejemplo. Y un libro de historias de piratas, de un famoso autor cuyo nombre ahora no recuerdo. Más tarde, Carson McCullers, Clarice Lispector, Sara Gallardo. Y ah, el Alejandro Dumas de mi niñez. Y otra cita es “
Cumbres borrascosas”, de Emily Brönte (sic), que no sé cuántas veces he leído, a decir verdad.
(Translation)
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